Levántame de la cama, mamá.
Ábreme la persiana porque ya son las diez y, déjame gritarte por no quererme dormida; descansando la desilusión de no haber encontrado de nuevo nada fuera que no haya dentro, la saliva del estómago vacío.
Oblígame a limpiar rápido, desprecia mis modos, inutiliza mi voz, haz que el
perdón sea cosa de cobardes, persígueme con mis pañuelos, finge conmigo que se trata
de educación, corre la cortina, recuérdame la desvergüenza, ciérrame la puerta, vuelve a entrar y apaga la música
que hace de mi cuarto un bunker lleno de enemigos.
Oblígame a correr y pídeme ayuda; ayuda a los que les debo todo.
Oblígame a ir y hazme llorar de nuevo, porque no quiero comer.
Llévame a la playa, mamá. Es domingo y somos una familia.
16 de junio.